viernes, 26 de enero de 2007

Si me lo permites...

Si me permítes decirte unas palabras,
te diría lo siguiente:

Qué ganas tengo de verte,
de poder llegar a conocerte.
No sabes como muero por decirte,
que sin darte cuenta de ello,
no dejo de ti estar pendiente.

Dame la oportunidad de sentirte,
y quiero también que me sientas;
permíteme llegar a tu mente
y ser el ángel guardián
de tus sueños mientras duermes.

Quisiera regalarte lo que tengo,
lo que está aquí guardadito.
Mira como te abro mi pecho,
mira como te lo entrego todido.
No guarantees, no questions...

Te digo y te repito lo mismo,
tan sólo te pido una oportunidad
para que me conozcas y descubras
lo que siempre estuvo cautivo
y que, de quererlo, puede ser tuyo
sin medidas, sin recelos,
sin excusas y sin remedio.

Permíteme ser tuyo,
permíteme ofrecerte lo que tengo,
Permíteme mostrarte aquello,
la pequeña gran cuota de mágia
que lo conforman tus recuerdos,
que me tiene pendiente de ti
que me inspira a quererte,
que me inspira a escribirte...
Quasimodo/2007

viernes, 12 de enero de 2007

En una tarde de lluvia...

Viniste así de pronto, y te marchaste tan rápido
que no me diste tiempo siquiera de verte.
Fuiste como una briza de mar que no llegué a sentir,
como un zuzurro que no llegué a escuchar.

El cielo, en esta tarde, llora tu partida nuevamente
yo, viento sus lágrimas caer, intento mostrame fuerte
en mi desconsuelo, intento darle consuelo
buscando encontrar algo de ello en tu recuerdo.

Le cuento al cielo como te descubrí y te llegué a conocer,
le cuento como empezó todo y como llegué a amarte así.
Le cuento como es que te conocí
y como es que te llegué a perder.

Le conté al cielo lo que hicimos y cuánto nos quisimos,
le describí cada detalle de tu carácter,
de tu dulzura y de cómo llegaste a encantarme
le conté de tus anhelos y también los sueños que tú me confiaste.

Le conté también, con lujo de detalles,
lo que nos decíamos cuando caminabamos por las calles
le llegué a contar, incluso, de cómo mi amor te declaré
en un día de lluvia como este y de cómo creí
-qué iluso!- que me ibas a decir que sí.

De pronto la garúa cesó y sin darme cuenta,
me encontraba sin saber dónde
masticando mi bronca en silencio,
mi alma no había dejado de llorar...

Quasimodo/2007