viernes, 17 de noviembre de 2006

Quien eres, Quasimodo...?

Me había recluido del mundo aquel momento, como siempre suelo hacerlo, cuando necesito hablar con él. Me había ubicado delante de aquel espejo de baño el cual cada mañana veo indiferente, pero esta vez lo veía muy diferente, buscaba en su interior una respuesta a una pregunta que había soltado al aire alguna vez en mi vida. No pregunten el momento porque ni yo mismo me acuerdo, quizás fue en un momento de desventura donde quería encontrar a Quasimodo y preguntarle qué es y por qué está en mi sin que me lo haya siquiera consultado. No busco una entrevista, como sí la tuve con mi mesita de noche. Ahora sólo buscaba una respuesta: ¿Quien eres Quasimodo?

No estuve mucho tiempo mirando al espejo cuando se pronto lo sentí, detrás mío como una sombra. Sentí su mano por sobre mi hombro y sentí su calidez paternal, una sensación que me ponía alegre y temeroso a la vez. Habrá venido dispuesto a contestar mi inquietud, a acabar de una vez por todas con aquella espina que tengo en mi corazón. Siempre quise saber quien en realidad eras, Quasimodo.

No reparé en repetirle la pregunta, dejando en evidencia la ansiedad que tenía por la respuesta y él, como quien adivinando lo que buscaba caminaba lentamente por detrás de mí, susurrándome algo al oído. No llegué a verlo con claridad a través del espejo ni tampoco quise voltear por temor a que se esfumara y con él, quizás mi única oportunidad en saber en verdad quien era Quasimodo. Llegó entonces a decirme lo siguiente:

Soy alguien que nace cuando tienes la intención de escribir;
alguien que ni siquiera existe, pero que capaz de crear;
alguien que es sólo una ilusión y es capaz de ilusionarse;
alguien a quien la gente no puede sentir,
pero que él si puede hacerlo por la gente.


Soy alguien que no puede ver, pero tiene una visión muy particular de la vida;
alguien que no puede hablar, pero que de alguna manera puede escribir
y escribir es lo que hago bien y lo que me mantiene vivo,
escribir es aquello para lo que nací y para lo único que sirvo
pues todo lo que escribes aquí me lo debes a mi
y todo lo
que te hago escribir, es que a ti te lo debo.

Soy alguien que vive de ilusiones, aunque por ello poco a poco esté muriendo
soy alguien que termino siempre herido, cuando el corazón es dañado
soy alguien que se resiste a la idea, de algún día dejar de existir
y es que mientras aún tengas algo en qué pensar, yo tendré algo que escribir.

Soy alguien que mientras tengas ganas de amar
yo recitaré el poema que le haz de decir.
Soy alguien que siempre existiré
aún cuando tu dejes de hacerlo,
aún cuando muera en cada suspiro
pues vuelvo a nacer en cada verso.

Soy alguien que simplemente vive por amor y muere por amar....


Me dí cuenta que tenía los ojos cerrados y procedí a abrirlos de inmediato, quise verlo siquiera antes que se marchase. Pero nada, ya había desaparecido. Fiel a su estilo, no tuvo mejor idea que recitarme su esencia y yo, tan sólo me queda aceptarlo, me di cuenta que todo lo que escribo se lo debo a él.

Gracias, mi querido Quasimodo...

El Autor/2006

No hay comentarios.: