te estuve observando en el bus.
Te contemplé tan bella y con una blanca luz
que creí que aquel momento
no era más que un dulce sueño,
del que no hubiera querido despertar.
Te estuve observando en silencio
sin poder palabra alguna pronunciar.
Me dije, en ese momento, a mi mismo
“Dios mío, qué de bueno habré hecho
para que tú, con este hermoso sueño
mi esperanza pueda regresar”.
Te estuve mirando sólo un instante...
Quasimodo/2005
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