y entre nuestros ojos evidencio
aquel anhelo que tengo
de tomarte entre mis brazos
y decirte que te quiero.
Qué ganas tengo de tenerte,
de poseerte y adorarte.
Qué ganas tengo de amarte
con un inimaginable amor loco,
para que siempre te acuerdes
hasta en los momentos espinosos,
que te he de querer eternamente.
Mirando tu rostro angelical
y te tomo las manos,
sin ganas de contenerme
y sin temor a equivocarme,
te expreso mi deseo ferviente
de amarte hasta la muerte.
Quasimodo/1995
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